“Requerimos una educación capaz de desarrollar aprendizajes significativos, rescatando las experiencias, respetando la diversidad, asumiendo la heterogeneidad […]”
Los problemas se profundizan, el lunes inicia el nuevo año escolar, cargado de un conjunto de problemas que son crónicos, productos de Gobiernos que se han plegado a la visión neoliberal que ve la educación como una mercancía que genera ganancias y no como derecho.
Los datos son alarmantes, muchas escuelas de nuestro país no cuentan con las condiciones materiales mínimas para ofrecer una educación adecuada. Literalmente, muchos de los planteles educativos están muertos, producto de los años y la falta de mantenimiento. En años anteriores, el 75 % de la infraestructura no era adecuada, escuelas que constituían trampas de muerte, producto de las deplorables condiciones. No se hace suficiente mantenimiento a los planteles para mejorar la calidad de la infraestructura, de hecho, las mejoras se hacen a destiempo. La infraestructura educativa carece de planificación.
La migración de los estudiantes de centros privados a públicos se corresponde con la pérdida de poder de compra de los salarios 26.2 %, 10 % de desempleo y casi 60 % de informalidad laboral. Esta migración profundiza el problema de la infraestructura escolar. A esta altura padres de familia denuncian que decenas de estudiantes no han encontrado cupo en algún plantel del país, algunos han tenido que inscribir a sus hijos en planteles distantes a sus hogares. Panamá, Colón, Panamá Oeste registran un déficit en el número de aulas de clases y escuelas para atender la población escolar de este año lectivo 2023. El hacinamiento en el aula de clase es lo que se prevé, algunos directores han manifestado que aumentaron el número de estudiantes por aula. Se anuncia que en varios planteles educativos las clases no iniciarán el 6 de marzo.
A ello se suma la falta de nombramiento de docentes en distintas escuelas y colegios, lo que genera el malestar de los padres de familia, y las frustraciones de docentes que no son nombrados.
El alto costo de algunos útiles escolares es otro de los dilemas que enfrentaran los padres de familia. La Acodeco ha denunciado que en la verificación vía escáner, de un total 44 establecimientos en la provincia de Panamá y San Miguelito, en loncheras y útiles escolares, se registra un 57 % de anomalías, con 31 errores con sobrecargos, es decir, cobrando más de lo anunciado.
El actual Gobierno, que prometió que “la educación sería la estrella”, ha profundizado las precariedades, al no destinar recursos adecuados a la educación. Esto, junto a las dificultades socioeconómicas que viven las familias, explica gran parte del problema de los fracasos y deserción escolar.
En la Mesa Única de Penonomé desde la Alianza Pueblo Unido por la Vida, planteamos que era urgente que en el Presupuesto General de la Nación se asignará el 6 % del crecimiento económico a educación, establecer un plan nacional de reparación de toda la infraestructura escolar, un plan nacional de dotación de equipo tecnológico y didáctico para todos los planteles del país. Seguimos exigiendo al Gobierno el cumplimiento de los acuerdos de la Mesa Única.
Por tanto, en las condiciones actuales la educación no es un instrumento eficaz para disminuir la desigualdad; ni para propender al desarrollo social.
Proporcionar una infraestructura escolar digna a las niñez y adolescencia representa una de las principales deudas pendientes e impostergables del sistema educativo. Urge que los planteles educativos del país cuenten con toda la infraestructura necesaria para su funcionamiento: aulas suficientes, mobiliario, material didáctico, espacios deportivos, bibliotecas, laboratorios, conexión a internet, agua potable, energía eléctrica. Sin embargo, cada año las deficiencias.
Insistimos, la educación es un derecho que requiere una gestión democrática-participativa, planificada. Requerimos una educación capaz de desarrollar aprendizajes significativos, rescatando las experiencias, respetando la diversidad, asumiendo la heterogeneidad y, al mismo tiempo, asegurando a todos una base cultural común (identidad nacional), pero que considera la comprensión global del mundo. Esta es la propuesta de la Vida Digna.
Conusi-Frenadeso.