GENARO LÓPEZ, DIRIGENTE HISTÓRICO DEL SUNTRACS.
“Es necesario reorientar la política económica, centrando nuestra prioridad en un desarrollo nacional y social, restablecer el poder del Estado, de forma tal que pueda orientar eficazmente la economía del país […]”
El pueblo panameño sigue padeciendo grandes precariedades, miles están desempleados y pasan hambre, otros reciben salarios y pensiones que no permiten cubrir el costo de vida. El precio de la canasta básica de alimentos sigue aumentando, sin que el Gobierno intervenga para poner un alto a esta situación; por otro lado, este fin de semana aumentarán, una vez más, de forma significativa, los precios de los combustibles. Estos aumentos en el costo de la vida, indudablemente, deterioraran aún más la maltrecha economía de los hogares panameños.
Una gran carga económica y emocional pesa sobre los hombros del pueblo humilde. Preocupa al panameño cómo enfrentar el año escolar, no solo por la incertidumbre y riesgos por la COVID-19, sino por cómo hará frente a uniformes, útiles escolares, pasaje y alimentación de sus hijos. Sectores de capas medias bajas y profesionales, han tenido que trasladar sus hijos a planteles públicos, ante los exorbitantes precios de la educación privada. Una infraestructura deteriorada, que no puede albergar de forma segura a los estudiantes, preocupando el hacinamiento que se puede dar en los salones.
Las precariedades en materia de salud pública también preocupan, no solo por la pandemia. El desabastecimiento provocado de medicamentos en la CSS mantiene en tensión a miles de humildes panameños, que no logran adquirirlos y que acudir a farmacias privadas resulta imposible por sus altos precios. Son estas estructuras farmacéuticas y casas distribuidoras las favorecidas por una política gubernamental que destruye la salud pública, permitiéndoles a estos obtener ganancias extraordinarias a costa de la vida de la población. Además, una positividad del 20 % por casos COVID-19, en medio de menos pruebas.
Frente a ello, es urgente la construcción de una democracia económica que dé respuesta a las necesidades sociales más apremiantes, es urgente la reorientación de la política económica, centrando nuestra prioridad en un desarrollo nacional, social y ambiental que privilegie la creación de empleos productivos, mecanismos justos de redistribución del ingreso nacional, seguridad y soberanía alimentaria, uso social del excedente canalero para superar la pobreza en el país.
Es necesario reorientar la política económica, centrando nuestra prioridad en un desarrollo nacional y social, restablecer el poder del Estado, de forma tal que pueda orientar eficazmente la economía del país frente a las imperfectas y excluyentes “fuerzas del mercado”. Si queremos vivir humanamente, no tenemos más alternativa que combatir la clasista y despiadada ideología neoliberal, que impone la economía que mata.
En contraposición al modelo de exclusión social, el FAD ha levantado un plan para la vida digna. Es hora de caminar en una relación humana, en lo que han llamado economía del bien común o la economía social y solidaria. Un nuevo orden que garantice la democracia económica, el comercio justo, el cooperativismo, es decir, los postulados de la vida digna.
Alejado de ello, como se puede ver, el pueblo humilde y trabajador sigue transitando en un cumulo de problemas, mismos que no han sido resueltos por los partidos tradicionales una vez en el Gobierno o por seudoindependientes que han ratificado a puestos de dirección a corruptos. A pesar de ello, en las últimas semanas, medios de comunicación social, cual partidocracia, han adelantado la agenda electoral, no por las figuras que presentan, sino también por las figuras que impulsan para el 2024, han desempolvado a politiqueros que entregaron los recursos nacionales e impusieron medidas antipopulares. Este es el reflejo de la crisis institucional que vive el país.
Es urgente construir una sociedad diferente tanto en lo cuantitativo como en lo cualitativo, ello solo es posible mediante la convocatoria a una constituyente originaria autoconvocada que siente las bases de una sociedad con equidad y justicia social.
Conusi-Frenadeso.